El regreso (Andrey Zvyagintsev)




PELÍCULAS IMPERDIBLES







El regreso (Vozvraschenie)



Ficha técnica
Dirección: Andrey Zvyagintsev.
País: Rusia.
Año: 2003.
Duración: 106 min.
Interpretación: Vladimir Garin (Andrey), Ivan Dobronravov (Ivan), Konstantin Lavronenko (Padre), Natalia Vdovina (Madre), Galina Petrova (Abuela).
Guión: Vladimir Moiseenko y Alexander Novototsky.
Producción: Dmitri Lesnevsky.
Música: Andrey Dergatchev.
Fotografía: Mikhail Kritchman.
Montaje: Vladimir Mogilevsky.
Dirección artística: Janna Pakhomova.
Vestuario: Anna Barthuly.


Por Carolina Menón

El regreso, ópera prima de Andrey Zvyagintsev, construye en 106 minutos un impactante enigma que, en cuanto tal, convoca a la lectura. Ha dicho el director: “Cuando estaba rodando la película no la veía como una historia de hoy en día o ni siquiera como una película social. En cierto modo, la película es una intencionada mirada mitológica a la vida humana y creo que eso es lo que me gustaría que los espectadores tuvieran presente antes de entrar al cine”.
La trama de la película es, en apariencia, sencilla. Hasta la llegada del personaje que la madre nombra como “el padre”, la vida de los dos niños de la historia (Iván y Andrey) se ha desarrollado, así parece, en el seno del matriarcado conformado por la madre y la abuela.
La comida está en la mesa y tal como lo hiciera Jesús en su última cena, “el padre”, único nombre que podemos otorgarle pues el personaje ni siquiera cuenta con un nombre de pila, reparte el pan y el vino. Nada se dice acerca de la desaparición, el retorno o la vida de aquel que estuvo durante doce años, los años que tiene el hijo menor, quién sabe dónde. El silencio que se presenta sosteniendo esa narración en imágenes nos convoca a seguir soportando el enigma, a no apresurarnos en la conclusión, a seguir la historia hasta el instante en que ella misma requiere un cierto cierre. Zvyagintsev agrega: “El cine es una materia que debe plasmarse, es como el aire –ha dicho; los símbolos quiebran esa materia, destruyen la poesía que hay en el cine: le toca al espectador interpretar lo que ve, no al director. Al fin, dos chicos que van a una isla con el padre no es una metáfora, es una materia que pertenece a la vida”.
Al respecto recuerdo que Freud recurrió en La novela familiar… a la antigua fórmula jurídica que dice que la madre es certísima mientras que el padre es siempre incierto para extraer de allí las consecuencias observables en la clínica. Si de esta percatación de Freud se deriva una construcción fantasmática, ¿de qué padre hablamos aquí cuando hacemos referencia a “el padre”?
En casi todos los comentarios que he podido encontrar sobre esta película se insiste sobre la misma pregunta, a saber, ¿ese que vuelve después de tantos años de “exilio” es el padre o no lo es?
Podría afirmar que es “el padre” simbólico en tanto es nombrado dos veces: en primer lugar, como ya he dicho, la madre da lugar a ese al que llama “padre”; en segundo lugar, y aquí me encuentro con la conclusión del film a través de un acontecimiento dramático, al ser nombrado, alojado, como tal por el hijo. Sobre las consecuencias que para ambos tendría la presencia de “el padre” en tanto real nada sabemos pero algo parece ser seguro, su intervención ha posibilitado a Iván y Andrey un nuevo posicionamiento frente a la vida. Ahora serán ellos quienes en el orden de las generaciones deberán suceder el legado que les ha sido entregado.
Ya nada volverá a ser un discurrir de lo mismo…
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1 Response
  1. Anónimo Says:

    Qué bueno encontrar un artículo sobre esta estupenda película en un blog de orientación psicoanalítica; se agradece además haberlo complementado con citas de su director.
    El film tiene muchas cosas para destacar, la paleta ocre bergmaniana de sus escenas de exteriores; los hallazgos actorales (Dobronravov!); la manera en que se organizan las secuencias de la historia etc.
    Me permito compartirles algo que me resultó interesantísimo.
    Encontré notable el armónico de escenas que se produce entre la del comienzo en la que la madre asciende esa torre de placeres infantiles para consolar y proteger a su hijo Ivan humillado y aterrado; y la escena sobre el final del film donde el padre sube el atalaya abandonado para auxialiar al niño que intentaba escapar de su amenaza.

    "El regreso" y su "...mirada mitológica de la vida humana" se inscribe en esa serie de películas que me conmueven y a las que vale la pena volver.

    Saludos!
    Rintrah